IoT es el acrónimo de «Internet of Things», o «Internet de las Cosas» en español. Este término se refiere a la red de objetos físicos («cosas») que están conectados a Internet, lo que les permite recopilar y compartir datos.
Estos objetos, que pueden ser cualquier cosa desde un refrigerador o un coche hasta un reloj o una lámpara, se equipan con sensores y tecnología de conectividad para que puedan comunicarse entre sí o con otras redes o sistemas. Esto puede permitir una mayor automatización, eficiencia y comodidad en una variedad de contextos, desde hogares y oficinas hasta industrias y ciudades.
Por ejemplo, en un hogar inteligente, un termostato IoT podría aprender tus hábitos de calefacción y enfriamiento y ajustar automáticamente la temperatura para ahorrar energía. En un contexto industrial, las máquinas equipadas con sensores IoT podrían monitorear su propio rendimiento y predecir cuándo necesitarán mantenimiento.
Aunque el IoT tiene un gran potencial para mejorar nuestra vida diaria y la eficiencia de nuestras ciudades e industrias, también plantea desafíos significativos. Estos incluyen cuestiones de seguridad y privacidad (los dispositivos IoT pueden ser vulnerables a los ataques cibernéticos y recopilan grandes cantidades de datos que deben ser protegidos) y la necesidad de desarrollar estándares y regulaciones para la interoperabilidad y el uso ético de la tecnología IoT.