Por Michelle Schnitzer, CEO y cofundadora de BondUp.
Quién pensaría que las consecuencias de la soledad son tan graves como para poder quitarte hasta 15 años de vida o para hacer que el segmento de personas mayores se convierta en el con la tasa más alta de suicidios en el mundo.
Hoy se habla de la soledad como la próxima pandemia global y es tan grave que ya hay países que crearon un ministerio de soledad para tomar acción, como Inglaterra y Japón.
Probablemente todos los que estén leyendo esto se han sentido solo en más de una ocasión, sin embargo, hay una generación que se ve muchísimo más afectada: las personas mayores.
Cuando hablo de personas mayores, no me refiero a la típica imagen del abuelito que necesita siempre ayuda de terceros, ese que a pesar de ser digno de ternura y respeto, muchas veces genera pena. Esta percepción es solo un mito, entre muchos otros, sobre las personas longevas (aquellas que tienen la capacidad de vivir muchos años).
Hoy en Chile el 85% de las personas mayores son autovalentes, es decir, personas independientes, con un mejor estado de salud que las generaciones pasadas, con ganas de vivir la vida al máximo y todo el tiempo disponible para pasarlo bien.
En el año 2050, este segmento representará más de un tercio de la población a nivel global y en Chile, en sólo 7 años más, el 40% de la población superará los 50 años y a pesar de esto. A pesar de estas cifras, las empresas tienden a pasar por alto a este segmento. Prácticamente no existen marcas ni empresas con productos o servicios enfocados en ellos, y casi nula publicidad. Hoy, el 56% de los chilenos mayores de 55 años siente que las marcas no los consideran.
Probablemente una de las razones es el mito de la “brecha digital gigante”, algo completamente falso, porque el 90% de las personas mayores de 55 años tiene un smartphone y el 65% lo utiliza activamente. Esta generación está mucho más conectada de lo que creemos, sin embargo, la soledad los persigue y su riesgo se hace cada vez mayor.
¿Por qué? Porque las expectativas de vida crecen cada vez más y eso implica que los años de jubilación aumentaron. Ya no son 10 o 15 años, pueden ser 20, 30 o más. Las personas que se jubilan pierden su rutina. Ya no salen todos los días y comparten, pierden un entorno social importante. Quedan más aislados. Ya no tienen trabajo y pueden llegar a sentirse poco útiles. De a poco van quedando fuera del día a día de la sociedad.
Esto es un grave problema. Somos seres sociales por naturaleza, necesitamos vínculos, sentir pertenencia y que somos útiles. Hay un nuevo documental que refleja esto de forma extraordinaria: “Vivir 100 años: Los secretos de las zonas azules” de Dan Buettner. Él hace un recorrido por los países más longevos del mundo en busca de patrones comunes. En Ecosistema Startup, comparto sus conclusiones.
La soledad puede restar hasta 15 años de esperanza de vida
El punto en común más relevante de las comunidades más longevas del mundo es la socialización y el sentido de comunidad. La soledad quita años de vida y para combatirla, es esencial mantener una vida social activa y construir relaciones significativas. Por eso, no es extraño que en BondUP lo que más buscan las personas mayores son actividades sociales que les permitan compartir con otros, como caminatas por el parque y los cerros, cafés sociales, paseos y viajes, actividades que generan compañía, comunidad y sentido de pertenencia.
El Poder del Propósito en la Vida
Los países más longevos del mundo comparten una idea fundamental: el propósito. Esta idea recibe diferentes nombres, por ejemplo, «Ikigai» en Japón y “proyecto de vida” en Costa Rica. El propósito le da sentido a la vida y las personas mayores asumen su rol como parte de una comunidad, se mantienen útiles. Las personas mayores quieren seguir aportando y eso lo vemos en BondUP, donde son ellas mismas las que lideran muchos de los panoramas y talleres, generando incluso sus propios ingresos.
La clave del sentido de comunidad y la familia
En los países más longevos del mundo, no existen los asilos, son las familias quienes cuidan de sus mayores. Están mejor cuidados y son, en general, más autovalentes. Porque la longevidad no sólo se trata de años en el calendario, sino de vivir una vida plena y feliz.
Para ello, la comunidad y las conexiones humanas son esenciales. Las personas mayores que están en asilos están mucho más solas y aisladas. Vivir en un asilo puede reducir significativamente la esperanza de vida, entre 2 a 6 años, dependiendo de las circunstancias.
Estamos a tiempo de desechar los mitos y cambiar las percepciones que hoy existen sobre esta generación. Ellos serán mayoría en un futuro cercano, tienen un tremendo potencial y mucho que contribuir a la sociedad. Hoy, las personas mayores tienen una nueva y gran etapa por delante, que puede ser enriquecedora y significativa si abrazamos la importancia de las conexiones humanas y el propósito en la vida.
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