por Matías Montaña, Fundador y CEO de ItSave
Ser emprendedor es embarcarse en una montaña rusa, tanto emocional cómo profesional, donde los altibajos son el pan de cada día. Sin embargo, una de las pruebas más constantes no siempre viene del mercado, la competencia o la constante búsqueda de capital, sino de algo mucho más cercano: la presión social.
Cuando decides emprender, eliges un camino distinto al convencional, un camino de incertidumbres y sin garantías. Es aquí donde aparece la presión social, un fenómeno omnipresente que queramos o no, influye en cada una de nuestras decisiones.
Al salir de la universidad, es común que amigos y conocidos de tu misma edad comiencen a disfrutar los frutos de sus trabajos tradicionales, viajando por el mundo, comprando autos, departamentos, entre otros. Mientras quienes emprendemos nos vemos obligados a aplazar estas satisfacciones, poniendo una vez más a prueba nuestra resiliencia emocional y social.
Nos encontramos también con los innumerables consejos de nuestros cercanos. Amigos, familiares y conocidos, que con la mejor intención, intentan orientarnos en un camino que probablemente no han vivido. Normalmente te preguntarán «¿Por qué sigues por este camino?», «¿Por qué trabajas los fines de semana cuando deberías descansar?».
Inevitablemente, a través de esta u otras situaciones, esta falta de comprensión se convierte en una sombra que nos acompaña durante todo el camino, y marca una profunda diferencia entre nosotros y aquellos que no han vivido la experiencia de emprender. Si bien contamos con nuestras familias, amigos, conocidos, estamos, en muchos sentidos, solos en esta travesía, navegando por un mar de incomprensión y expectativas sociales que rara vez se alinean con nuestra realidad.
El verdadero reto: mantenerse fiel al propósito
El verdadero reto, entonces, no es solo mantener a flote el negocio o asegurar la próxima ronda de financiamiento; es también permanecer fiel a nuestro propósito a pesar de la tormenta social que nos envuelve.
Es ahí donde debemos recordar por qué comenzamos este viaje y rodearnos de una comunidad de emprendedores que se encuentran enfrentando desafíos y experiencias similares a las nuestras.
Emprender es eso, un camino que pone a prueba nuestra fortaleza, dedicación y nuestra capacidad. A pesar de las dificultades, los momentos de duda y la constante presión social, cada desafío que superamos nos fortalece, nos enseña y nos prepara para ese próximo obstáculo. Finalmente, es un recordatorio más de que lo que estamos construyendo tiene un valor inmenso, no solo para nosotros, sino para la sociedad en su conjunto.