por Andrés Rodríguez Valdés, Chief Revenue Officer de Bemmbo.
El domingo pasado salí a andar en bicicleta con mi hijo de 5 años y mientras paseábamos pensé en lo rápido que pasa el tiempo, típico pensamiento de viejo, pero es verdad. Y es que ya son 40, para muchos la mitad de la vida.
Me puse a pensar sobre todo lo que ha pasado en mi vida profesional y personal hasta ahora.
Partí en grandes empresas cómo Unilever y Latam Airlines, después entré al mundo startup y trabajé en empresas cómo Lemontech y Galgo. y estando ahí me encontré en la encrucijada de seguir el camino tradicional o lanzarme a perseguir el sueño de muchos: emprender.
Pasaron varios meses con esto en la cabeza hasta que se cruzó por mi camino Bemmbo, una fintech que ayuda a las empresas a simplificar sus operaciones financieras a través de un software para cobrar y pagar automáticamente. Tuvimos una conversa de varias horas con Rodrigo Oyarzún y Cristobal Dotte (co-fundadores), donde recorrimos equipo, mercado, ventas, canales, clientes y todo tipo de métricas. Quedé absolutamente enamorado del tremendo equipo detrás, la pasión infinita, mucho talento por donde se mire, innovación continua, robustez y escalabilidad en el producto que tenían. Es por eso, que después de algunas semanas, tomé la decisión de lanzarme con todo y hoy, 6 meses después, me siento a reflexionar sobre las cosas que he aprendido desde ese entonces.
Aprender a desaprender
Una práctica común en Bemmbo es cuestionarnos constantemente cómo estamos haciendo las cosas. Para mí, con más de 15 años de experiencia, esto ha sido especialmente revelador porque a punta de conversas, me ha obligado a replantear si las metodologías que siempre he utilizado son realmente las más eficientes o si existe una mejor manera de hacer las cosas. Y ¿qué concluyo? Que muchas veces estoy equivocado y, que otros quizás con menos experiencia pero con una visión más fresca, lo pueden hacer mejor que yo. Ahí es donde, vuelvo hacia lo que aprendí, y lo desaprendo, para volver a aprender. Esto lo veo a diario en Bemmbo, cuando muchas veces salgo de una reu de ventas, y alguno de los account executives se me acerca y me enumera una a una las cosas que pude haber hecho mejor en la reunión comercial que acabamos de tener. Antes eso era impensado. Hoy lo aplaudo.
Las nuevas generaciones tienen mucho que enseñar
Una lección inesperada ha sido el tremendo conocimiento que las nuevas generaciones pueden ofrecer. A pesar de tener menos experiencia en el sentido tradicional, los profesionales jóvenes y emprendedores aportan enseñanzas valiosas sobre cómo operar en el mundo actual. Su rapidez para incorporar feedback, su mayor aversión al riesgo, su disposición para exponer públicamente sus miedos, fracasos y debilidades son cosas que impulsan continuamente la innovación y velocidad al minuto de crear cosas nuevas. Esto lo veo muy seguido en Bemmbo, cuando alguien del equipo entra por la puerta, saludando y al mismo tiempo contando a viva voz, por ejemplo, algún fracaso muy personal que le pasó el fin de semana o alguna debilidad que aún no logra superar. Reconocer y valorar estas competencias ha enriquecido mucho mi perspectiva y ha sido crucial para el desarrollo y crecimiento de Bemmbo.
Ayudar desinteresadamente es muy rentable
Otra valiosa lección es la importancia de ayudar desinteresadamente. He descubierto que la mejor manera de construir una red sólida y significativa es ofreciendo ayuda sin esperar nada a cambio. Esta filosofía no solo ha fortalecido mis relaciones profesionales, sino que también ha creado un ciclo virtuoso de apoyo mutuo dentro del ecosistema emprendedor. Al poner el bienestar de los demás y el éxito colectivo por delante de los intereses personales inmediatos, he logrado construir una red más leal y comprometida, lo cual es invaluable. Esto me ha pasado cientos de veces a lo largo de mi vida. Una de esas veces fue cuando ayudé a Buk en sus inicios, asesorandolos para armar sus primeros equipos de venta. Luego de 5 años, Jaime Arrieta (co-founder de Buk) fue quien me dió el pase para conocer al equipo de Bemmbo. Además, en muchas oportunidades hemos logrado cerrar negocios que nacen de un contacto luego de ayudar a alguien genuinamente en estrategias de SEO.
La Cultura es la pieza ganadora
En Bemmbo la buena onda es clave. Tenemos una cultura de equipo que se basa en apoyarnos, ser honestos sobre nuestros miedos y fracasos, y hablar de frente cuando sale algo importante. Pero no es una cultura que aplica solo en cómo nos llevamos entre nosotros, sino que va más allá, llegando incluso a distinguirse en la manera con la que nos relacionamos con nuestros clientes. Todos en el equipo atendemos a los clientes al menos medio día a la semana, donde los tratamos de convertir en expertos tanto en relación con el producto como en relación con sus propios dolores. Es nuestra forma de mantenernos conectados y asegurarnos de que todos estamos remando hacia el mismo lado. Al mismo tiempo, algo que me ha llamado mucho de la cultura, es la autorregulación. A todos en Bemmbo nos gusta salir y pasarlo bien, sin embargo, da lo mismo que tan tarde nos acostemos, porque todos sabemos que tenemos que estar cumpliendo al otro día. Así fue que nació, como parte nuestros valores, el dicho: “Chorito de noche, chorito de día” que se dice en el equipo la mañana siguiente de un evento nocturno al llegar como todos los días a cumplir con las responsabilidades. Esto ha potenciado la cultura de autorregulación entre el mismo equipo, pase lo que pase hay que darlo todo si o si.
La Agilidad y la Cercanía Venden
Siempre en teoría, nuestros clientes valoran demasiado la rapidez y la cercanía. Punto. En estos meses he aprendido que la agilidad y una conexión genuina con los clientes son cruciales para que nuestros clientes hablen de nosotros. Esta aproximación nos ha permitido diferenciarnos en un mercado competitivo, demostrando que la cercanía y la comprensión profunda del cliente son por lejos uno de los mejores canales de ventas.
De todos aprendemos algo
La mentalidad de aprender es central. Esta convicción se basa en la percepción de que, independientemente de su origen, podemos aprender de todos, desde la inocencia y capacidad de asombro de los niños hasta del manejo de reuniones complejas de ejecutivos experimentados. En Bemmbo, esto es pan de cada día… Todos le enseñan a todos… no importa cuanta experiencia tengan en el tema en cuestión, todos “critican” todo, fomentamos un entorno donde todos aprendemos de todos, promoviendo una cultura de feedback honesto y constante sin excepciones.
Con que me quedo
Al reflexionar sobre mi aventura de emprender a los 40, cada cosa que he aprendido me llena de energía y de optimismo al ver el tremendo potencial que tenemos aún por liberar. Desde la sabiduría, a veces subestimada, de las nuevas generaciones hasta el arte de ayudar sin esperar nada a cambio, mi viaje en Bemmbo se ha convertido en un camino lleno de crecimiento personal y profesional. He aprendido que el equilibrio entre tomar riesgos calculados y valorar mi experiencia es crucial, al igual que mantener la humildad para aprender de cada persona a mi alrededor.
La agilidad y la cercanía con nuestros clientes han sido el motor de nuestro éxito, mientras que la capacidad de desaprender me ha mantenido ágil en un mercado en constante cambio.
En este viaje, he descubierto que nunca es demasiado tarde para aprender, para reinventarse, y menos, para seguir soñando. Cada paso tomado en Bemmbo no solo ha transformado mi carrera, sino también mi concepción del éxito, enseñándome que la verdadera riqueza se encuentra en las conexiones que vamos armando durante nuestra carrera y en cada desafío superado. Este viaje me ha enseñado que, sin importar la etapa de la vida en la que nos encontremos, siempre hay espacio para la innovación, el aprendizaje y, sobre todo, para impactar a quienes nos rodean.