Por Felipe Varas, Cofundador Narma.
Como emprendedor en la industria del cannabis medicinal, mi viaje ha sido un constante desafío y una travesía de autodescubrimiento. A medida que construía este camino, he tenido que enfrentar no solo obstáculos profesionales, sino también personales al tener que esforzarme en derribar mitos y estigmas profundamente arraigados en torno a esta planta.
Iniciar una nueva industria es una tarea dura por sí sola, pero cuando esa industria está vinculada a algo que ha sido históricamente percibido como perjudicial, como una droga, la dificultad se multiplica. Desde el principio, entendí que no solo estaba construyendo un negocio, sino también desafiando percepciones arraigadas y construyendo puentes hacia la comprensión.
No se me va a olvidar nunca la cara de mis papás y mis suegros cuando les dije a lo que me iba a dedicar, después de 10 años en otra industria, la preocupación era evidente, por eso el plan debía ser perfecto y lo inicié trabajando con la empresa de cannabis más grande del mundo a la que convencimos de iniciar operaciones en Chile y luego en otros países de la región. Había que partir con todo y a lo grande, para que la resistencia fuera mínima y así lo hicimos.
Profesionalmente, cada paso ha sido meticulosamente planeado y cada acción es examinada desde todos los ángulos posibles. La responsabilidad es doble: no solo hacia el éxito de nuestra empresa, sino también hacia la sociedad y, más importante aún, hacia mi familia. Como padre de niños que están entrando a la adolescencia, cada decisión tiene implicaciones que trascienden lo profesional y cualquier mala decisión los puede terminar afectando directamente a ellos. La necesidad de equilibrar la innovación con la percepción pública se ha convertido en un baile delicado, donde cada movimiento cuenta.
En este viaje, he tenido el privilegio de conocer a personas excepcionales: médicos e investigadores de renombre mundial dedicados al estudio del cannabis medicinal, a los que también les tocó desafiar a la sociedad para poder sacar adelante sus investigaciones, cuando aún el estigma era mucho mayor que hoy. Sus historias son increíbles y la colaboración con ellos me han significado un crecimiento profesional que sería imposible haber logrado de otra forma.
Lo mismo con los doctores en Chile, los pioneros, los que hace años iniciaron la discusión en el país, se arriesgaron, fueron criticados y estigmatizados, pero que luego de estos años, demostraron que tenían la razón y que las terapias con cannabis medicinal son una real herramienta terapéutica para pacientes y médicos. Sus historias también son excepcionales y son las responsables de la gran experiencia clínica que hoy hay en nuestro país.
El primer gran desafío fue poder llegar a los médicos de una forma en que pudiéramos despertar interés y se así se abrieran a aprender sobre el sistema endocannabinoide y de como y porque los cannabinoides funcionan en el cuerpo. Nuestra estrategia fue primero hablar en su idioma, no hablar de marihuana, sino que hablar de cannabinoides. No hablar de que “sirve para todo” sino que siempre hablando desde la evidencia científica y del respaldo internacional entregado por sus pares y por investigadores reconocidos. La estrategia fue la adecuada y hoy hemos llegado a instituciones referentes en Chile. Nuestro director médico está participando de encuentros de asociaciones médicas relevantes, lo que nos permite proyectar con éxito el futuro de la empresa.
Lo más gratificante, sin duda, ha sido ver el impacto positivo en los pacientes y sus familias. Cada avance, cada nuevo estudio y evidencia, han sido una luz de esperanza para aquellos que luchan contra enfermedades y condiciones médicas complicadas, que no están teniendo respuesta en la medicina tradicional. Esto es sin duda un gran motor que nos mantiene avanzando, a pesar de los desafíos.
A medida que la industria del cannabis medicinal crece, la importancia de una gestión profesional y ética se vuelve aún más evidente. Cada paso que damos no solo contribuye al desarrollo de nuestra empresa, sino que también influye en la percepción de una industria con un potencial enorme, que debemos cuidar, para así poder posicionarla donde debe estar. Para que los empresarios e inversionistas puedan ver más allá.
En este viaje, he aprendido que la paciencia y la persistencia son tan cruciales como la innovación. Que la conformación de un equipo comprometido es clave para sacar adelante este desafío y que sin duda hoy, es lo más importante en la empresa que formamos. Es un camino difícil, pero muy reconfortante al conocer el impacto positivo que estamos generando, por lo que nos queda mucho más que dar y que aportar.