Por Carla Saldías, Founder de Inexha
Nadie puede decir que emprender es pan comido; o al menos nadie que yo conozca. Hace dos años cuando le di vida al proyecto, solo como una idea que mutó de A a B, brincó a C y luego se transformó en D y más tarde en ABCDE… Nadie me advirtió que esto sería un viaje bien delirante, más que un camino diría que es un baile, donde avanzas dos pasos y retrocedes uno. Donde te mueves de una esquina a otra, tratando de seguir el ritmo. Sin embargo, hay un DJ bien caprichoso que de repente cambia de rock a pop y luego a trap. Y tienes que adaptarte al vuelo, cambiar los pasos, el ritmo, y a veces hasta el outfit.
Si alguien me hubiera dicho que emprender es 100% dinámico y uno de los errores más usuales es enamorarse locamente. Así como lo hiciste a los 15 años, cuando creías que ese ser idealizado sería tu media naranja por siempre. Si me lo hubieran dicho, no lo habría creído, igual que no le creí a mi mamá a esa edad.
Si alguien me hubiera dicho que armar una plataforma web no es pasarle un Word con información a un desarrollador para que lo plasme, sino que mínimo debía empaparme del famoso proceso del UX/UI para trabajar bajo la lógica de la experiencia del usuario, no desde lo que yo creo que es evidente.
Si alguien me hubiera dicho que hacer un flujo de caja donde visualizar y aceptar el «valle de la muerte financiero» era parte del proceso, y a menos que tuvieras un patrocinador (que no fue mi caso), habría guardado mejor los recursos para esos meses.
Si alguien me hubiera dicho que uno no emprende solo, que todo tu círculo cercano, con quien vives, emprende contigo, tampoco lo habría captado. Pero ahora sí lo veo, las desveladas, el estrés por los deadlines, la calidad, el caerte y levantarte rápido, los ajustes, y el volver a la carga, es algo que no vives en solitario, lo haces junto con tu banda. Y mejor ni hablar de los espacios que te adueñas en la casa como si fueras Napoleón.
Si alguien me hubiera dicho que existe el «valle de la muerte emocional» no lo habría tragado; ya que cuando sientes que das dos pasos pa’delante y uno pa’trás te vas bajoneando; aunque mi lado estoico me diga que es puro aprendizaje. No puedo evitar pensar… ¿por qué no lo vi antes?
Si alguien me hubiera dicho que el propósito de mi negocio debía ser sólido y tenía que repetirlo a diario como mantra, me habría tropezado menos. Ese propósito, eso que te empuja a salir de tu zona de confort, tiene que ser muy potente en tu vida, y será el faro que te levantará cuando sientas que ya no das una y que todo se va al carajo.
Si alguien me hubiera dicho que las críticas, comentarios y sugerencias son importantes, y más que eso, fundamentales para el crecimiento de las ideas de negocio. Lo podría haber creído. Pero… nadie me dijo que muchas te dolerían tanto, que tendrías que respirar profundamente para no mandarlos al carajo y, por el contrario, tomar lo importante y con ello mejorar. Las opiniones de los demás son un ingrediente clave en el proceso de emprender. Pueden señalar cosas que no vemos, aportar nuevas perspectivas y, sobre todo, ayudarnos a ajustar el rumbo cuando sea necesario. Sin embargo, enfrentarse a ellas no es tarea sencilla.
Si alguien me hubiera advertido sobre la cantidad de puertas que se cerrarían ante mí, sobre los numerosos ‘no’ que recibiría e incluso sobre los silencios —aún más desconcertantes—, quizás me habría desanimado. Sin embargo, con el tiempo aprendí una valiosa lección: esos aparentes rechazos pueden transformarse en oportunidades; a veces, un ‘no’ inicial se convierte en un ‘sí’ eventual. Más aún, en ocasiones, esas negativas resultan ser bendiciones encubiertas, guiándonos hacia caminos inesperados pero más prometedores.
Si alguien me hubiera dicho que emprender es adictivo, que me genera tanta dopamina como cuando le doy duro al ejercicio, no lo habría creído. Aunque me he caído, he llorado, he pensado en mandar todo al carajo, mi propósito sigue siendo el faro que me da esperanza cuando creo que ya no puedo más.
Si alguien me hubiera dicho que emprender es más que pensar en generar ingresos por tu cuenta y conlleva procesos internos transformadores, cambios en ti y en tu ADN, no lo habría creído. Pero te puedo decir, desde lo que he vivido hasta ahora, que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en la vida.