Crearon una app para unificar tiendas online y, tras rechazos, levantaron US$2,7 millones en Silicon Valley.
Desde Entre Ríos, Argentina, dos jóvenes de apenas 20 años lograron lo que parecía imposible: levantar US$2,7 millones en inversión para su startup luego de ser rechazados más de 100 veces. Su historia es un ejemplo poderoso de perseverancia y visión, y un reflejo del potencial que tiene el ecosistema emprendedor de Latinoamérica cuando apuesta por la innovación tecnológica.
La startup, cuyo nombre aún no ha sido difundido de manera pública, propone una solución clave para el comercio electrónico: unificar todas las tiendas online en una sola aplicación. Su modelo de negocios se basa principalmente en el advertising, es decir, la monetización a través de publicidad online al conectar usuarios con marcas dentro de su plataforma.
La idea nació al observar cómo el usuario promedio tiene que navegar entre múltiples apps o sitios webs para comparar productos y precios. A partir de esa necesidad, desarrollaron una app que concentra diferentes e-commerce en un mismo entorno digital, facilitando la experiencia de compra y dándole mayor visibilidad a las marcas.
Lo increíble de este caso no es sólo la juventud del equipo fundador, sino también lo que enfrentaron en el proceso: más de 100 rechazos de fondos de inversión antes de lograr un sí. Pero bastó una sola oportunidad bien aprovechada para entrar a Silicon Valley y cerrar una ronda de inversión de US$2,7 millones. Esa cifra representa más que capital: es validación internacional y una fuerte señal de que las startups latinoamericanas también pueden ser protagonistas en el centro tecnológico del mundo.
Este tipo de historias nos recuerda que emprender es una maratón, no una carrera de velocidad. Y que incluso desde regiones alejadas de los grandes polos tecnológicos, como Entre Ríos o cualquier otra ciudad de Latinoamérica, se pueden construir proyectos globales con impacto real.
La noticia también habla mucho del esfuerzo que hacen muchos emprendedores de la región por validar sus modelos en mercados más grandes y sofisticados. Además, pone sobre la mesa el valor de incubadoras, comunidades y programas de formación que preparan mejor a los founders para enfrentar los desafíos del fundraising y el crecimiento escalable.
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