Las mujeres han estado subrepresentadas en el sector del capital riesgo, tanto como fundadoras, managing partners e inversionistas. Este ecosistema, claramente masculino y homogéneo, ha empezado hace unos años a promover mayor diversidad; pero no sólo con el ímpetu de promover aspectos éticos como justicia social e igualdad, sino que, además, bajo la consideración de que numerosos estudios han demostrado que la inclusión femenina hace que el capital de riesgo sea un mejor negocio.
Para esto, sin embargo, no sirven las iniciativas a medias o con titubeos. Se requiere, en consecuencia, un enfoque integral que resuelva prontamente el problema de raíz.
En términos de participación femenina, se debe reconocer que ha habido avances, pero los cuales aún hacen persistir una brecha importante con los hombres. Actualmente, el 20% de las startups en el mundo tienen al menos una mujer fundadora (un aumento del 3% desde el 2017) e, históricamente, el 10% de los managing partners de los VC han sido mujeres.
Con todo, el 25% de las nuevas generaciones de VC cuentan con managing partners mujeres. También, cabe destacar, que en los últimos años se ha visualizado cada vez una mayor participación femenina e interés en invertir como Limited Partners (LPs) en activos financieros menos tradicionales como el capital de riesgo. Sin embargo, aún existe un abismante contraste con sus pares masculinos, siendo las mujeres solo el 16,1% en posiciones y roles de toma de decisión a nivel de inversión dentro del ecosistema de capital de riesgo en países como los Estados Unidos.
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¿Por qué mitigar la brecha?
La brecha es clara, sin embargo, vale la pena detenerse y pensar ¿Por qué valdría la pena mitigar dicha brecha? ¿Cuál sería el genuino sentido? Muchos queremos lograr paridad de género en todas las industrias, dado de que aquella nos aproxima al mundo en el cual queremos vivir en condiciones de igualdad. Pero, el no abordar esta brecha perjudicará fuertemente en el negocio de capital de riesgo, y ahora les explicaré el por qué.
Primero, numerosos estudios han demostrado las ventajas de invertir en startups dirigidas por mujeres o con grupos de founders en donde por lo menos haya una mujer. No sólo se ha demostrado que precisamente las mujeres suelen ser más eficientes en el uso del capital levantado, sino que además, generan un 12% más de ingresos acumulados en comparación a las startups donde sólo figuran hombres, y destacablemente, consiguen un 35% más de retorno de la inversión.
A pesar de aquello, este tipo de startups suelen presentar mayores dificultades a la hora de levantar capital, recibiendo menos del 3% de todas las inversiones de capital de riesgo, es decir que estos buenos resultados aún no han generado un cambio significativo en como están invirtiendo los fondos de capital de riesgo.
Segundo, se ha demostrado que mientras más diverso sea el equipo de un fondo de inversión, mejores serán sus resultados a nivel del retorno para los inversionistas. Por ejemplo, un estudio demostró que equipos de VC más diversos (con al menos una mujer) logran un MOIC (multiples on invested capital) un 30% superior.
Además, dicha clase de equipos son 3 veces más proclives en invertir en startups con CEO mujeres y 2,6 veces más dispuestos en invertir en startups con equipos ejecutivos en donde hay al menos una mujer; en contrate con aquellos equipos puramente conformados por hombres.
Experiencia personal
Si las cifras hablan por sí solas, ¿Por qué no ocurre un cambio veloz en el ecosistema VC?
Desde mi experiencia profesional -tanto dentro como fuera del equipo de Add Ventures, fondo en donde participo como Venture Partner-, el problema radica en distintos niveles del ecosistema VC. Resulta necesario, entonces, corregir las brechas de forma consiente y forzarnos a hacer un cambio en varios niveles y no simplemente por medio de iniciativas aisladas. Desde luego, esto no estará exento de tensiones, pues abrazar la diversidad y sacar provecho de ella, ha demostrado ser un proceso más bien incómodo.
No obstante, para cerrar -o, al menos acortar- la mentada brecha, y pasar a un Venture Capital 2.0, se requiere, como indiqué, de un abordaje multinivel. A continuación, y sin ánimo de ser taxativa, presento aquellas acciones y enfoques que hemos ido identificando como imprescindibles:
- Definir una meta o porcentaje del portafolio de startups que deben ser emprendimientos fundados o dirigidos por mujeres. Esto generará un esfuerzo consciente para buscar e invertir en startups con aquellas mismas características.
- Abordar los sesgos en el proceso decisional de inversión por medio de la sensibilización y educación de los equipos involucrados. Los sesgos más comunes están muy bien estudiados, identificados y difundidos (e.g. no realizar preguntas de carácter personal y enfocarse en las que permitan evaluar el potencial de negocio, realizar preguntas de “promoción” (destacando las ventajas y ganancias potenciales) por sobre las “preventivas” (destacan las perdidas y mitigación de riesgos, entre otros…)[10], hacer el esfuerzo por aplicarlos estandarizando los do’s and don’ts del proceso de evaluación de start-ups.
- Garantizar equipos mixtos dentro de instancias estratégicas del proceso decisional, como lo es el Comité de Inversión. Es en esta instancia es donde hoy existe la menor participación femenina, no obstante es precisamente el lugar en donde existe la mayor probabilidad de generar un impacto y romper este círculo vicioso.
- Aumentar el número de Limited Partners mujeres por medio de la educación, permitiéndoles entender las ventajas, riesgos y oportunidades que ofrece este activo financiero.
- Establecer un punto de entrada (o ticket de inversión), más accesible para las interesadas en invertir, pero que no tengan el mismo nivel de acceso, capital o experiencia que los inversores tradicionalmente masculinos.
- Por último, y no menos importante, entender que este proceso de apertura a la diversidad implicará salir de la zona de confort los equipos de VCs tradicionales. Se debe comprender, con todo, que será un proceso de cambio, y como todo proceso de aquella índole, habrá resistencias y, desde luego, incomodidades. Sin embargo, la actitud adecuada y el entendimiento del propósito del por qué este VC 2.0, serán grandes motivadores que le darán sentido a este cambio.
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Mediante la implementación de estas iniciativas de forma integral, se avanzará velozmente en el desafío de integrar a más mujeres, ya sea como fundadoras y líderes de startups, inversionistas, venture partners y agentes de cambio dentro del ecosistema de VC.
Más mujeres inversionistas y con poder de decisión en el ecosistema de VC significará, sin lugar a duda, más inversión en startups lideradas por mujeres y más startups contratando talento femenino. Realizar aquello marcará el inicio y la proliferación de un ecosistema de capital de riesgo más diverso, equitativo y, por sobre todo, rentable.