Entrar al mundo laboral es como meterse a una piscina sin saber si el agua está helada o hirviendo. En poco tiempo, te das cuenta de que las reglas cambian constantemente, que no hay manual perfecto y que aprender sobre la marcha es parte del juego
Después de varias semanas intensas, aquí van algunas reflexiones que me habría gustado saber antes de empezar.
📌 1. Registrar lo que aprendes es una inversión, no una pérdida de tiempo
Es fácil tropezar con la misma piedra cuando no te tomas el tiempo de recordar por qué tropezaste la primera vez. Cada error es un aprendizaje, pero si no lo anotas, lo más probable es que lo repitas sin darte cuenta.
Tener un espacio para anotar lo que funciona y lo que no es clave. No solo para mejorar, sino para evitar que tu yo del futuro te odie.
📌 2. La ejecución vale más que la planificación infinita
Lo perfecto es enemigo de lo bueno, y en startups, la velocidad es una ventaja. Más de una vez me encontré alargando tareas que en mi cabeza eran enormes, pero que en la práctica podían resolverse en una hora.
Si algo parece demasiado grande, en lugar de postergarlo, lo mejor es simplemente empezar.
📌 3. Dos cabezas bien alineadas valen más que tres desenfocadas
Pensar en equipo es clave, pero pensar en equipo con dirección es un game-changer. En este último mes me di cuenta de que cuando todos tenemos claridad, la sinergia fluye y las ideas salen solas.
Si trabajas solo, busca feedback. Si trabajas con equipo, aprende a aprovecharlo. El silencio mata buenas ideas.
📌 4. No tienes 8 brazos. No trabajes como pulpo, trabaja con sistemas
La pelea con los trabajos operativos nunca termina. Pero la clave no es hacer más, sino encontrar formas de hacerlo más rápido y mejor.
Sistemas como Asana, automatizaciones y planificación estructurada me han permitido sacar lo operativo más rápido y enfocar mi energía en lo que realmente aporta valor. Eficiencia no es estar más ocupado, es trabajar más inteligente.
📌 5. Escuchar al cuerpo también es estrategia
No todos los días son igual de productivos, y forzar las cosas solo empeora la situación. Un día intenté avanzar con mil tareas sin motivación y terminé frustrado. Al día siguiente, después de descansar, hice en una mañana lo que no había podido cerrar en todo un día.
La clave está en no convertirlo en un hábito, sino en usar esos momentos para recargar fuerzas y volver con más foco.
📌 6. Dormir bien es la mejor estrategia de productividad
Hay miles de hacks para mejorar el rendimiento, pero ninguno funciona si no estás descansado. Un buen sueño puede hacer la diferencia entre un día eficiente y uno donde todo cuesta el doble.
🎯 Conclusión: Avanza, aprende y adáptate
Si hay algo que he entendido en este tiempo, es que no existe un camino lineal para aprender. Todo es prueba y error, ajuste constante y entender que la mejora viene con la práctica.
Si algo me llevo, es esto:
✅ Registra lo que aprendes. Tu yo del futuro te lo agradecerá.
✅ Ejecuta más, planifica menos. (Pero sin caer en la improvisación total).
✅ Trabaja con sistemas, no con horas extra.
✅ Si un día no da, no pasa nada. Retoma con más fuerza al siguiente.
Y sobre todo, rodéate de personas que sumen. No hay nada más valioso que un equipo que empuje contigo.