Por Jonathan Castillo, gerente comercial de Mine Class.
Es sabido el aporte de la internacionalización para las empresas, en particular de la industria minera, que van desde el acceso a nuevos mercados y clientes de alto estándar, el desarrollo de tecnologías y procesos innovadores más competitivos y mejores indicadores de productividad y eficiencia.
Sin embargo, la gran pregunta es ¿por qué nuestros emprendedores mineros salen poco del país? Nos enorgullecemos de mostrar a Chile como país minero, pero su talento, por desgracia, se queda en casa. Pese a los múltiples intentos de políticas públicas y programas que buscan impulsar este sector, las cifras se mantienen muy conservadoras.
Pese a lo robusta que es la minería como industria -que en 2022 aportó al PIB un 13,6%, y que representa cerca del 50% de las exportaciones del país- y la amplia experiencia que tenemos en ella, la expansión hacia mercados extranjeros de los proveedores del sector se ha producido a un ritmo que no se condice con el tamaño del sector. Considerando que el universo de empresas proveedoras del rubro supera las 8.000, es alarmante que menos del 5% de éstas, hoy se internacionalicen.
Sin duda el problema no es el talento nacional. Startups innovadoras y disruptivas como NotCo o Cornershop han demostrado, inclusive con menos experiencia, que es posible exportar el talento y la tecnología nacional. Una realidad paradójica considerando que las nuevas tecnologías en los distintos distritos mineros han ido en aumento, especialmente en un contexto donde se proyecta un aumento de la demanda de minerales para el combate al cambio climático, a través de la transición energética y la electromovilidad. Pese a la relevancia de Chile como país minero, el talento no siempre se exporta.
¿Las razones? Múltiples. Tanto barreras culturales como comerciales, económicas y regulaciones aduaneras son parte de los desafíos que manifiestan los emprendedores nacionales de la minería para dar el gran paso. Y concuerdo con ellos, no es fácil.
Pero destaco una en particular: el empuje de nuestros pares de que podemos lograrlo. Muchas veces nuestros propios miedos son nuestro peor enemigo a la hora de salir de casa, de abandonar el nido. Internacionalizarse requiere de tiempo, inversión, sustento económico, entendimiento y adaptación a una cultura diferente a la nuestra. La incertidumbre y el riesgo asociado puede desalentar a algunas empresas a dar el salto.
Como emprendedor he aprendido que a veces es necesario caerse mil veces antes de dar el palo. La buena noticia es que no están solos,y existen organizaciones que están apoyando estos procesos, como ProChile. En nuestro caso, tras 8 años en el rubro, decidimos ampliar nuestras fronteras a Perú, uno de los distritos mineros más relevantes del mundo. Han sido años de preparación, pero en este viaje, hemos aprendido a adaptarnos a las necesidades de los mercados locales, a construir relaciones sólidas con socios y la investigación exhaustiva del mercado objetivo antes de la formalización del ingreso.
Resaltamos internamente además, la importancia de romper con las barreras existentes para internacionalizar nuestros servicios de la industria minera, y para ello es necesario que los emprendedores y/o empresarios entiendan que es fundamental desarrollar una estrategia sólida que incluya la adaptación de sus productos o servicios, la construcción de redes de contacto y una estrategia de ventas, todo pensado en los mercados a los que se quiera llegar.
Estoy convencido que las startups, emprendedores y scaleups locales del ecosistema minero tienen un desafío relevante que es impulsar la innovación y tecnología “made in Chile” en el mundo, respaldado por el título internacional que ya ostentamos como “Chile, país minero”. Creo firmemente que también podemos convertirnos en un hub de innovación minera, en especial, si tenemos como país la meta de exportar minería y no solo minerales. En este viaje, la internacionalización juega un rol fundamental, fortaleciendo un sector productivo que por sí mismo no tiene límites de crecimiento.
La minería crece día a día, y nuestro talento nacional no puede seguir escondido. Hoy, no solo tenemos el desafío de seguir exportando cobre o litio, sino también de exportar talento, innovación y tecnología para las multinacionales mineras. Es hora de abrir nuestras alas y salir del nido, hacia un viaje de crecimientos imparables, aventuras y, en especial, de mucha innovación.
Te puede interesar: Chile: avanzando hacia un futuro laboral descentralizado