La llegada de Sofía Rendón a Chile, desde su natal Venezuela, tuvo de dulce y agraz. Con 21 años pisó tierra nacional, tras haberse formado en marketing, esperando encontrar empleo en un escenario laboral donde se abrían y cerraban puertas. El esquivo panorama no sólo la estaba afectando monetariamente, sino que también en lo más profundo.
“Sentía que no era suficientemente buena, sentía rechazo, que no tenía oportunidades y que la forma en que se estaba construyendo mi vida era muy limitada. En la pandemia toqué fondo, pero en ese entonces y gracias a mi familia que trabajaba parcialmente pude estar tranquila, pero sentí una gran responsabilidad de poder aportar con mi propio esfuerzo”, explica.
Sin embargo, en 2020 decidió que era momento de atreverse y emprender con los conocimientos que tenía en marketing. Es así como ese año, con dineros que retiró de una administradora de fondos de pensiones (AFP), se compró un notebook y se prometió “hacer que esa inversión diera frutos”, y sin dudas los dio. Así creó una agencia de marketing digital.
Tras un año sin tener rentabilidad, pero marcando presencia en el ecosistema y captando clientes, en 2021 la agencia comenzó a ganar dinero. Sofía define este proceso en dos etapas, una simbólica y otra técnica.
Emprendiendo: dos etapas
En la primera se trató de “moldear este proyecto y convertirlo en el vehículo para tener el éxito profesional que anhelaba. Pude dedicar bastante tiempo, cabeza y corazón, y esa etapa es la que me permite estar todavía acá. A medida que se iba construyendo en ideas y proyección, me iba convenciendo a mí misma que sí era fiable el proyecto, comprometiéndome al 100%”.
Fue una etapa difícil, pero a la vez muy gratificante, donde Sofía confiesa que “fui valiente para apagar esas voces de miedo, todas esas etiquetas que tenía como extranjera y poder al final lanzarme”.
Ya en la etapa técnica, se encargó de conocer las necesidades de sus clientes, acomodarse a éstas y trabajar en la visibilidad de la agencia, todo esto trabajando sola. Luego vino el momento de construir la empresa, tener equipo, trabajar con personas de diferentes nichos y seguir preparándose académicamente.
Durante el primer periodo del emprendimiento, Sofía explica que no conocía muchas de las fuentes de financiamiento que existen para cada etapa del negocio, y que le parece esto suele ocurrirle a más de algún emprendimiento. “En estos dos años no hemos buscado nuestro primer financiamiento, pero definitivamente es una herramienta en la que estamos trabajando para poder postular a futuro, y lo tenemos en mente, porque sería un gran avance para nosotros”, dice.
Actores activos del ecosistema
Como cualquier empresa, la agencia S Factor ya vislumbra metas a corto y largo plazo, entre las que se encuentran convertirse en actores activos del ecosistema startup, especialmente enfocados en las empresas que necesitan apoyarse en equipos de marketing; crear servicios que incluyan inteligencia artificial, apoyándose en la optimización; y establecerse oficialmente en Chile.
A largo plazo, dice Sofía, “queremos mantenernos en el ecosistema startup y emprendedor, aportando con servicios y conocimientos a quienes busquen hacer marca. Estamos pensando en que siga creciendo nuestro equipo, aunque estamos a punto de cerrar nuestros cupos, pero a largo plazo sabemos que vamos a necesitar personas con distintas capacidades para los varios proyectos, y así expandirnos fuera de Chile, en América Latina y España”.
Decidida y valiente, emprendiendo en Chile
Sintiéndose apoyada por familiares y amigos, Sofía tuvo que vencer el temor de cambiar de país y aprender a verlo como una decisión que traería beneficios. Y si bien a largo plazo esta experiencia le ayudó, en un principio fue difícil y agotador entenderlo y adaptarse a un nuevo país con otra cultura.
Justamente esta vivencia le permitió hacerse fuerte y sacar provecho de lo que parecía una desventaja por ser extranjera. Ahora Sofía declara que “toda mi historia me ha hecho una persona que va como una flecha donde debe ir, donde no hay miedo que valga, porque siento que tengo que hacerlo, al tener las herramientas para eso. Esa motivación y deseo me ha permitido llegar a un lugar que no había imaginado hace cinco años. Puedo decir que el querer es lo que me mueve, y a eso le llamo estrategia. No pararme ante un no ni frenar ante una puerta cerrada. Siempre sigo adelante y busco más, que mi trabajo hable por sí solo, que esa sea la estrategia: el moverse hacia donde uno quiere sin tener miedo de tocar puertas”.
Y esto ha permitido que su paso emprendiendo en Chile sea positivo, porque es un escenario con varias oportunidades de crecimiento y proyección. La emprendedora afirma que no sólo cuenta con la oportunidad de crecer, sino que hay otras personas que la apoyan. Además, en el país hay espacio para todos, pudiendo levantar el proyecto que se propongan. En su caso, como migrante fue complejo en un primer momento, pero luego entendió el potencial que tenía.
Por lo mismo, está convencida de que existe un valor agregado en todos los migrantes: “Sin importar el país de origen, de si la experiencia ha sido negativa o positiva, o cuántos recursos se tengan para partir, ya esa experiencia hace único a quien migra, lo que es importante y necesario para este ecosistema emprendedor”.
Además, agrega que sabe lo difícil que puede ser abrirse camino, con todo lo que esto conlleva, porque no se trata solamente de estar en un país nuevo. Sin embargo, pese a todo esto, “no hay nada que con determinación no se pueda lograr. Ya venimos de trabajar eso. Como extranjeros sabemos y estamos acostumbrados al cambio, tenemos una perspectiva diferente, que es sumamente valiosa para innovar”.