¿Has conocido a alguien inquieto? Pero, en serio. El típico compañero que vive en la universidad y está literalmente metido en todo. Bueno, Tomás Ffrech-Davis, fundador de Kellun App, es uno de ellos. Oriundo de Los Andes, y siendo el típico niño comerciante en el colegio, reconoce no haber sido un buen estudiante. A pesar de no superar la nota 3.9 en Matemáticas, se decidió por estudiar Geología en la Universidad del Desarrollo, cosa que no prosperó y terminó cambiándose a ingeniería comercial.
Pero eso solo fue el principio. En 2016 cocreo un movimiento político estudiantil, al año siguiente se transformó en consejero de carrera y asistente de los voluntariados universitarios, y si eso no fuese todo, lanzó su primer emprendimiento: la cerveza artesanal Zeff. Y es que tenía el valor agregado, al ser de los Andes logró sellar su creación con el agua del monte Aconcagua -el monte más alto de América-, esa vertiente natural que le daba el sello único. Empezó con 50 litros y después terminó produciendo 2 mil litros mensuales en 3 años.
La universidad seguía siendo su segundo hogar. Lideró el centro de alumnos como presidente y además se ganó una beca para estudiar en Valencia en uno de los hubs de emprendimiento más grandes de España y Europa. Se fue sin dudarlo. La escuela de empresarios de dicha ciudad, EDEM, le abrió las puertas a la tecnología y los negocios digitales durante 6 meses. Luego hizo la práctica en una fintech que lo introdujo en todo ese ecosistema, al punto que decidió traer una startup de economía colaborativa llamada Bat2go para probarla en Chile.
Pero tras su llegada en 2019, Tomás volvió a sumergirse en sus proyectos. “Llegó el estallido social, pasé de 6 000 revoluciones a cero, todas empresas que eran mis clientes que eran hoteles, bares, restaurantes, murieron, por ende, como proveedor de Zeff morí, el emprendimiento familiar se detuvo –venta de frutas y verduras-, el voluntariado se canceló, los inversionistas y la aseguradora para el proyecto de Bat2go se esfumaron. Solo tenía que terminar la universidad que para ese entonces ya comenzaba a ser online”.
Cambio de foco
Su ansiedad se elevó a mil. Junto a José Ignacio Aracena y Maite Iturriaga decidieron hacer un estudio de mercado entre algo casero y las encuestas ya existentes respecto a cuáles eran las problemáticas vigentes en Chile, las principales demandas relacionadas al estallido social.
“Nos dieron cuenta que no podíamos ser Superman, no podíamos ayudar a todos, pero había muchas que lo estaba haciendo, que eran los agentes de cambio y fundaciones. Y dijimos bueno, como nosotros no podemos ayudar, ayudemos a las personas que ayudan. E identificamos cuáles eran las problemáticas que tenían las fundaciones y por qué mueren: la falta de voluntarios, la falta de recursos monetarios y de materiales, y la educación para que sea un proyecto sostenible en el tiempo”, relata el CEO de Kellun.
Y como estaba con el bichito de las startups de base tecnológica, llegaron a la idea de crear una especie de Tinder de voluntariado. Al primer concepto que llegaron fue hacer una aplicación que junte a las personas con las fundaciones y las fundaciones a las personas. Y hacer ese match, porque muchos querían ayudar y no sabían cómo hacerlo.
Al llegar el 2020, las demandas sociales aumentaron bruscamente por la llegada de la pandemia y al ver que estas problemáticas sociales eran aún más reales…. “Ya Nacho, entonces, ¿hacemos que funcione? Le preguntó Tomás a José Ignacio. Ahí nació Kellun App, sin ningún peso y con toda la fe de sacarlo adelante. Siendo aún universitarios, empezaron a cotizar para crear la app y literal postularon a todos los fondos concursables. Se ganaron una app gratis y la lanzaron a fines de 2020 ayudando a hacer la transformación digital de las fundaciones.
Un año después, la universidad les dio la oportunidad de competir en una competencia internacional enfocada en emprendimientos que tienen impacto sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Babson College, la universidad número 1 de emprendimiento del mundo. Un día después los llaman de HDI Seguros porque querían que sus productos tuviesen un impacto positivo, es decir, el cliente al comprar su seguro podría elegir a qué fundación ayudar. Crearon Seguros con Sentido en un mes y funcionó.
Aprendizaje y crecimiento
Vendieron más de 1.200 seguros en tres meses. Se escucha bonito, pero la verdad es que no ganaron ningún peso. De la comisión de cada seguro ganaban US$0,30, pero el costo por clic les costaba US$0,37. “No lo sabíamos, aprendizaje aprendido y seguimos avanzando”.
Llegaron más oportunidades y Tomás Ffrench-Davis sabía que debía terminar la universidad rápido. En ese momento, el grupo de seleccionados para competir en Babson College lograron una conexión en plena pandemia que derivó en una campaña a nivel mundial para lograr evacuar a 4 mujeres afganas junto a sus familias ante el conflicto en Afganistán. Esa gestión le hizo entender que eran capaces de todo, pero “seguíamos comiendo arroz con arroz”.
Y en 2022 la esperanza se transformó en un llamado que les llegó de Betterfly, quienes querían integrar voluntariado corporativo en su plataforma. Pero, un mes después lo cancelaron. Lo que era LA oportunidad, se derrumbó y se transformó en oportunidad de cambiarlo todo. Se dijeron por qué no le preguntamos a cada cliente si le interesa realizar voluntariados, cuál era la razón de hacerlo y qué era lo que se los impedía. Y efectivamente las empresas querían ayudar, el tema era que tenían un problema de gestión y tiempo.
Pivotearon una vez más su modelo de negocios y empezaron a crear una plataforma que ayudara a la gestión de todo esto y más, con el fin de poder gestionar la responsabilidad social empresarial de las grandes empresas. Se fueron con ese modelo de negocios a la competencia de Babson College, mejoraron su propuesta de valor y salieron campeones mundiales de la Babson Collaborative Global Student Challenge 2021, organizada por Boston College.
Ahí todo comenzó a mejorar. Llegaron nuevos clientes y oportunidades como ser seleccionado por Start-Up Chile. “Nos pasaron US25 mil, capacitaciones y mentores durante 6 meses. Perfeccionamos la base y creamos una plataforma de gestión de responsabilidad social empresarial basada en un modelo SAAS”, confirma el cofundador de Kellun App.
Necesitaban más manos, por lo que en noviembre de 2022 lanzaron un voluntariado profesional para mejorar su código y postularon 56 profesionales del mundo TI como voluntarios para ser parte de la solución, ya que creían en el propósito de la startup. Entraron 30 personas y el número fue aumentando mes a mes sorpresivamente.
Ahí estalló. Todos los empezaron a llamar. Eso sí se decidió que Kellun App quedaría atrás y sería el cierre de una etapa para dar inicio a una nueva a partir de junio de 2023, GoodPlayers. ¿Cuál es la diferencia? Kellun App estaba enfocada en la transformación digital de las fundaciones para cumplir su misión juntando a personas con fundaciones (B2C), mientras que la segunda busca ayudar a las empresas a gestionar su impacto social y ambiental, entregándole un software que les permite a los colaboradores, proveedores e incluso a los clientes de estas empresas ayudar a más de 70 fundaciones gracias a una suscripción mensual que ayuda a bajar los costos de implementación del impacto y el ahorro de tiempo.
Y los números ya no están en cero. Empezaron con US$6.248, después $8.747, $18.743, $26.240 y a fin de año GoodPlayers espera facturar US$74.971 mensuales.
Y concluye: “La persistencia, la determinación y un propósito claro son fundamentales para superar las dificultades y alcanzar nuestros objetivos. Quiero alentar a otros fundadores a seguir adelante, a aprender de sus errores y a abrazar los desafíos como oportunidades de crecimiento. Con pasión por solucionar problemas reales de nuestra sociedad, podemos construir un camino hacia el éxito, sin importar cuántas veces hayamos caído”.