La transformación de los patrones de consumo, así como el creciente interés de las personas por apoyar a empresas que generen una economía circular, ha motivado a que el second hand (comercialización de artículos seminuevos) se consolide como un modelo de negocio altamente rentable.
Un reporte de Boston Consulting Group refiere que el mercado de la moda y el lujo de segunda mano se ha triplicado en tamaño desde el año 2020 y no muestra signos de desaceleración. Actualmente, estima su valor entre US$100 y US$120 mil millones en todo el mundo.
En México, datos de Statista señalan que los artículos second hand que más adquieren los mexicanos son ropa, calzado y electrónicos, principalmente entre personas de 18 a 64 años de edad.
Ante esto surge RAG, una startup mexicana que busca revolucionar esta industria mediante su plataforma que permite al usuario adquirir prendas seminuevas, de alta gama, algunas de ediciones especiales o de colección, en excelente estado y a un precio accesible. Pero también es un espacio en donde las personas pueden comercializar prendas que ya no utilizan para generar ingresos extra.
“Este proyecto inició justo en medio de la pandemia cuando comenzamos a darnos cuenta de que había mucha ropa y accesorios de moda que ya no se utilizaban y que estaban guardadas, ¿qué hacemos con estas piezas? ¿Venderlas? ¿Pero en dónde o cómo? La respuesta fue trabajar en este proyecto para fomentar una economía circular donde los productos seminuevos de lujo puedan tener nueva vida”, explica Ana Paula Godoy Paredes, CEO y fundadora de RAG.
El mercado de artículos seminuevos de lujo ha tenido una gran penetración en el mercado; no obstante Godoy explica que un diferenciador clave de RAG es que cuenta con piezas de colección, como artículos que ya no están en retail, que son vintage o que pertenecen a ediciones limitadas como la de Gucci x Balenciaga. Algunas piezas difíciles de conseguir en tienda como una bolsa Himalaya Birkin de Hermès, o piezas de temporada pero agotadas en tienda como la bolsa Alma BB Epi de Louis Vuitton.
RAG realiza con una cuidadosa curaduría de catálogo para garantizar la autenticidad de las prendas así como que estén en excelente estado. Desde su fundación en el año 2020, la empresa ha logrado crecer más de 500% y comercializar más de 10.000 piezas y artículos de moda. Además, recibe un promedio de 250 artículos por semana, de los cuales el 40% se vende durante los primeros dos días, luego de su publicación. Sus clientes son principalmente mujeres de entre 30 y 40 años de edad.
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¿Cómo funciona?
“Nuestro modelo de negocio contempla dos tipos de clientes: por una parte están las personas interesadas en adquirir un artículo en buen estado y a un costo menor; y en contraparte están usuarios que buscan obtener ganancias a partir de las prendas que ya no utilizan”, explica Godoy.
Los interesados en comercializar una prenda, hacen llegar la información a RAG, quienes además de someter la información a un riguroso proceso de selección, les brindan una valuación del precio de la prenda. Esto ayuda a los usuarios a comercializar sus artículos a un precio justo. A diferencia de otras plataformas, el usuario recibe en un lapso de una semana, el monto económico acordado previamente bajo contrato.
El equipo de la startup es quien se encarga del envío e incluso las fotos de los artículos para garantizar una grata experiencia de compra, con fotos en alta calidad y que los interesados cuenten con toda la información necesaria para su compra.
Por otra parte, el usuario que busca comprar puede hacerlo a través de la plataforma de RAG, su perfil de Instagram o en sus dos puntos de venta ubicados en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. La jóven emprendedora explica que si bien comprar en línea es una gran opción, hay muchas personas que aún prefieren ir a un lugar y ver los artículos.
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“Nuestra propuesta busca minimizar el impacto al medio ambiente que genera la industria de la moda a través de los procesos de producción de prendas. Un consumo consciente contribuye a que la ropa, zapatos, bolsos y otros artículos tengan un mayor ciclo de vida, evitando que terminen como residuos sólidos”, concluye Godoy.